El Botaguas

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miércoles, 5 de agosto de 2009

Adiós a los rojos...


Hoy vi una de mis películas favoritas, una que auguro se convertirá en un clásico y llegará el momento en el que sea referencia obligada en las clases de historia. Hoy vi Good Bye Lenin! (2003).
Esta película dirigida por el alemán Wolfgang Becker es una de esas raras oportunidades de ver una crítica política al mismo tiempo que se vive una historia de amor. Es una de esas pocas películas en las que el final se sabe desde un principio pero aún así cuando llega te sorprende y te deja satisfecho. Good bye Lenin! es una historia que a pesar de verla en repetidas ocasiones continua cautivándome y al final consigue siempre robarme una sonrisa y mantenerme sentado hasta que ha pasado el último de los créditos finales.
¿De qué trata? digamos que Alex, un adolescente alemán, es hijo de una fiel seguidora del régimen de la Alemania Oriental; ella cae en coma tras ver a su hijo ser golpeado durante una manifestación y mientras está inconciente, el régimen por el que vivió desaparece pues el muro de Berlín es derribado. Con tal de mantenerla libre de peligro y sin emociones fuertes, su hijo le recrea el extinto sistema socialista en las cuatro paredes de su habitación. ¿Cursi? ¿imposible? tal vez, pero no es este intento desesperado lo que me atrapa cada que veo esta pieza de cine alemán; lo que me atrae es el poder de una idea, la fuerza que puede tener la ilusión de mantener a una madre con vida, dando la espalda a un sistema económico que en aquel entonces se consolidaba como único y como fuente de lujos y comodidades.
Por otro lado, están las ideas y convicciones de la madre, las cuales poseen tal arraigo que de enterarse de la inutilidad que adquirieron mientras estaba en coma, podría incluso teminar con su vida. Eso es poder, eso es una idea, eso es tener principios y creer en una causa. ¿No es maravilloso cuando el leitmotiv de una película va más allá de un enamoramiento rosa y soso? ¿No resulta increíble que una historia, a pesar de incluir a una pareja de enamorados, sea capaz de transmitir este sentimiento de poder y fuerza basado en ideales y convicciones?
Esa para mí es la riqueza de Good bye Lenin!, claro que tiene un guión inteligente, actuaciones decentes (yo diría sobresaliente en el caso de Katrin Sass, la mamá) y escenas inolvidables como la de la estatua del camarada Vladimir illych Lenin volando por las calles de Berlín al poco tiempo de que se desplegara una manta gigante de Coca Cola; sin embargo, son los pequeños detalles los que me hacen enamorarme de una película, y en este caso es esta muestra de lealtad y fuerza la que me convence, la que pone a este filme dentro de la repisa de favoritos.

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