
El último ensayo (al menos de esta clase)
Cuando comencé a ver El baño (1999), me pregunté el por qué de incluirla en los materiales a analizar en la clase, a primera vista podría parecer que se pretendía que observáramos la forma de actuar del gobierno chino durante el tiempo del crecimiento acelerado, con un énfasis especial en la capacidad que tiene de movilizar a todo un pueblo con la finalidad de contribuir al desarrollo del país. Después decidí seguir otra ruta y apostarle al enfrentamiento entre la China urbana encarnada en Da Ming y la china rural, a través del padre y hermano del protagonista. Sin embargo, opté por ver esta película como una metáfora del paso del tiempo en China, reflejado a través de las diversas maneras que se tiene de darse un buen baño.
Siguiendo esta premisa, la película de Yang Zhang nos lleva a tres momentos de la existencia de China. El primero se ubica en el pasado y lo podemos observar mediante las ideas que se hace el hermano menor de Da al observar la postal de la peregrinación milenaria de la que le hablaba su padre, la cual tenía que realizarse al menos una vez en la vida y en una época determinada del año. Esta es una China antigua, tradicionalista, llena de rituales y simbolismos que bien podrían empatarse con la forma de vida durante las diferentes dinastías.
Posteriormente, el grueso de la película nos ubica en el presente, que para nosotros sería el pasado también, sin embargo es uno más reciente. Nos transporta a una China que sigue estando repleta de rituales y prácticas “antiguas” pero que comienza a ver destellos de transformación, de modernización. Es una China en la que una pelea de grillos puede convivir con calderas, tuberías y teléfonos celulares; es un país en el que la ciudad se sigue viendo como un mito pero como uno más cercano cada vez, en el que existe cierto temor y resistencia al cambio, pero al que nadie se atreve a cuestionar o a enfrentarse (curiosamente, el único personaje que lo hace resulta ser un retrasado mental). Esta es una China al borde de la transformación, que se aferra a diversos elementos para no perderse en la modernidad, pero que ha emprendido el camino hacia el futuro y no existe posibilidad de marcha atrás.
Finalmente, el inicio de la película nos lleva al final del viaje, a un país en el que la idea del hombre y la de la tecnología son una sola, en el que el concepto de lo rural ya no es siquiera considerado y hasta las prácticas más elementales como darse un regaderazo implican una deshumanización total y reflejan un adelanto que sólo creemos posible en nuestra imaginación. Este es un futuro que seguirá rico en elementos rituales, pues éstos son parte de la naturaleza humana, sin embargo lo que ahora importa es la practicidad y la eficiencia, no el disfrute y la convivencia. Las largas horas en las albercas y las canciones bajo la regadera han sido reemplazadas por engranes y chorros de agua a presión, sin embargo se ha alcanzado una idea de modernidad que no resulta creíble en ningún otro escenario.
Así es como yo explico El baño, como un recorrido y una perspectiva a futuro de China. Esta es una historia de cambios y de renovación, es una historia en la que lo viejo tiende a desaparecer y lo nuevo toma el país en sus manos y le da una nueva dirección. Es también un cuento de aceptación y de resignación, en el que la confianza que se tiene en el régimen es tal que los sacrificios que se hacen son equivalentes al trabajo de una vida. Sin embargo, todo esto no se limita a una idea de abandono, si algo reconozco de este guión, es que deja muy claro que una tendencia política y económica no puede derribar miles de años de ritos y costumbres y mucho menos, relegar a un segundo plano la naturaleza humana. Tal vez la forma cambie, los procesos se modifiquen y la vida sea distinta, pero siempre habrá momentos en los que el pasado se haga presente ya sea mediante una postal, una canción o una imaginación desbordada.
La antítesis entre pasado y presente, tradición y modernidad o la vejez y la juventud, se sintetiza en un nuevo concepto en el que los valores y las prioridades cambian, pero los elementos básicos se mantienen. Es un hecho que ya no es posible caminar durante meses para cumplir con una tradición, o permanecer toda una mañana bajo el agua charlando con otros chinos; sin embargo siempre requeriremos bañarnos, de alguna o de otra forma, la esencia se mantiene y encuentra distintos caminos para manifestarse y mantenerse vigente.


