Es la segunda entrada -de 10- en que hablo de un crush. O si se quiere, de EL crush.
Si no fuera el que escribe, pensaría que este espacio pertenece a una joven de pantaletas húmedas y amoríos de arena.
Pero no es así, de joven me queda poco y mis pantaletas hace tiempo están secas.
Como sea, gracias a la magia de las redes sociales, me entero que es cumpleaños del individuo con el superpoder de engordarme el sudor.
Ese intern de vaqueros ajustados y sonrisa devastadora está por sumarse otro año de futbol, borracheras y amoríos casuales.
Y es que, todo tejano que se precie debe cumplir con al menos dos de las tres actividades arriba mencionadas. Si no, el Tío Sam llora.
Del cumpleañero sé el nombre, el azul de los ojos y la dosis de frío que robe a sus manos.
Mi memoria es mala y la concentración peor, por eso no aseguraría que las frases cruzadas suman diez; probablemente apenas superan las cinco.
Pero no importa. A mi libido poco le importa su indiferencia. Al final del día, de él tengo lo que una vez dado no se recupera. ¿O es que alguien conoce un modo para exigir de vuelta un recuerdo?
Lo dudo.
¡Felicidades S.! Sabe que nada nunca será como tu bola. Sí, en singular.


No hay comentarios:
Publicar un comentario